Esta es una historia vampirica, si no os gusta, ya sabeis.
Capítulo 1- Bruma y calma.
"- La noche está tranquila, todo parece calmado y dormido. Es hora de cenar."
Muchos pensamientos corrían por mi cabeza, pero uno solo me inquietaba.
Comencé a correr por la llanura hasta llegar a un pedestal en lo alto de un barranco. Podía ver el pueblo entero desde ahí arriba. Vi mi primer plato.
Un hombre mayor paseaba por la calle. Salté. Desprendí mis alas y en menos de medio minuto cogí al anciano por el cuello y desaparecí entre la bruma.
Lo posé sobre el pedestal en el que me había subido antes.
- ¿¡Que quieres de mí!? - Gritaba el viejo mientras temblaba de miedo.
- Oh... en un tiempo muy lejano un dragón se alzaba por el cielo, aterrorizando a la gente... cada semana se llevaba a una persona, depende de su hambre escogía un niño, un adulto, o un anciano. Cada día se llevaba de aperitivo 2 ovejas del rebaño del mismo agricultor.
- ¡No me mates por favor!
- ¿Sabes qué paso con el dragón? Un joven lo mató. Y del dragón, ya muerto, nació un bebé, que salió por sí mismo de las tripas del reptil.
A la edad de 20 años, ese niño, dejó de crecer. Dejó de comer animales. ¿Y sabes? Te contaré un secreto.
Me acerqué a su oído y susurré:
- Tú eres parte de su dieta diaria. Y hoy eres su tarta de cumpleaños.
- ¿Que es lo que eres?
- ¿Conoces la historia de Drácula? Pues es mentira. Pero, no en todo se equivocaban.
Y ahora, si me disculpas, voy a soplar las velas. 484 velas que soplar, necesito mucho aire...
- ¡No, no por favor! ¡No lo hagas!
Y, con un suspiro con la boca abierta, saqué mis colmillos y los inyecté lentamente en su cuello.
Su sangre me despertó. Me puso nervioso, y más hambriento todavía. Miré a los chicos detrás de mí y les dije:
- El día que esperabais comienza, vamos chicos, a comer.
- Gracias, Padre... ¡Hermanos, saciad vuestra hambre!
"Un, dos, tres... Quien lo diría, 24 hijos para un pueblo de 20 habitantes. Algún hermano tendrá que compartir su comida."
Mi mente era como un libro, miles de pensamientos ahí dentro, esperando su turno cada uno.
- Ronad, ven aquí hijo mío.
En 5 segundos apareció de la nada.
-Dime, padre.
- Tú eres el mayor. Tú no cenarás hoy. Coge a uno de esos "humanos" y reúnete conmigo en lo alto del campanario.
- Sí, padre.
- Los humanos sois tan patéticos... Escúchame. Desde hoy, ya no sois el supe depredador. Ya no os coméis a todas las especies de la tierra. Se os ha acabado el jueguecito. Habéis desaprovechado la vida, día a día, cometiendo malas acciones y portándoos como un agujero negro. Devoráis todo lo que se encuentra a vuestro alrededor y os expandís. Pero esto se acabó. Años, décadas y siglos contemplando cómo asesinabais a este planeta a cada segundo de vuestras podridas vidas.
El humano cayó hacía el suelo, donde todos mis 23 hijos esperaban impacientes su postre.
"Este es el momento de convertir este mundo en un mundo mejor. Vamos a limpiar de parásitos la Tierra como hacen esos humanos con sus piojos."
Capítulo 2 - Eterna juventud
No tengo nombre. No he sido bautizado con ningún nombre. No tengo padre. No tengo madre. No tengo abuelos, ni amigos, no tengo familia, no tengo estudios. No tengo nada de nada.
No necesito nada. Ni siquiera tengo vida. Lo único que tengo es hambre de sangre y 24 súbditos a los que trato como hijos.
Soy un ser inanimado - lo único que me mantiene despierto es mi mente- pero si estoy vivo. Mi cara, parcialmente escondida bajo mi melena oscura - que me llega hasta la cadera - Mi mentón está cubierto de pelo. Mis labios son finos, pálidos y casi siempre pegados unos a otros. Nunca abro la boca si no es para hablar, o comer. Mi voz es apagada, carece de personalidad. Mis ojos son pequeños y el color varía según mi mente. Mi cuerpo, pálido, delgado y alto, suele estar vestido con unos pantalones negros, una camisa blanca - que suelo quitarme para volar - y una gabardina negra que me llega hasta los tobillos. Porto unas botas camperas negras. Y un colgante que me regaló un joven con la forma de un león. Soy reservado, muy reservado. Siempre ando pensando en cosas y fijándome a mi alrededor.
Vivo en una ciudad cercana a Barcelona y paso como uno de ellos, de esos insignificantes humanos. Respecto a la luz del sol - por lo que cuentan de los vampiros - y no, no brillo, solo puedo mantenerme fuera mientras los rayos solares no me afecten directamente. No puedo salir y disfrutar de un día despejado como hace la gente normal. Solo puedo salir en días nublados, o desplazarme cuando no haya gente en la calle, moviéndome rápido entre la sombra.
Respecto a mí ser, adquirí todas mis anomalías gracias al dragón que "me dio a luz". Mis alas... mis alas no son las típicas alas negras de demonio. No tienen plumas, no tienen puntas, no tienen huesos. Ni siquiera tienen piel. Tienen escamas. Pero escamas negras lisas. Tienen un tamaño que no llega más allá de mi cintura pero sí sobrepasa mi cabeza. Son más largas que mis brazos y más finas que mi cabello. Y son más duras que mis huesos. Nada puede traspasarlas, nada puede romperlas ni quemarlas. Las estacas no me afectan, las balas de plata solo forman pequeñas grietas en mi cuerpo - que luego son reparadas - y los ajos son tan importantes en mi vida como pasar sobre una alcantarilla. Lo único que puede matarme es la desaparición de mis colmillos y de mi cerebro (completo).
Y vivo como un chico normal. Vivo cada día viendo las versiones patéticas de los vampiros "modernos" y las equivocadas de los vampiros clásicos. Ningún vampiro brilla, ningún vampiro es vegetariano. No dormimos. No dormimos ni siquiera en una tumba, ni en un ataúd. Aunque aprecio mucho la versión de Drácula, es una de mis películas favoritas puesto que es la más parecida a los vampiros. A mí. Tenemos muchas cosas en común, bebemos sangre, volamos, mordemos cuellos. Y nos convertimos en murciélagos. Puedo convertirme en cualquier animal que haya mordido hace una semana. Pero puedo tomar la forma de murciélago siempre que me venga a gusto. Mis sentidos están mucho más desenvolupados que el de los humanos, incluso tengo alguno más que ellos. Veo a kilómetros, oigo como los murciélagos. Huelo 3 veces más que un perro, y mi tacto es el doble de sensible al de los humanos. Y el gusto... el gusto es mi fuente de vida. Tengo otros sentidos. Intuyo cosas, como dicen que hacen las mujeres. Consigo ver a través de la mente humana y puedo controlar algún que otro elemento. Mi potencia física es maravillosa. Corro más rápido que un guepardo y vuelo a mayor velocidad y con más fluidez que un halcón.- menos cuando soy un murciélago -
En definitiva, soy un ser superior.
Toni.
Ya sabeis que me encanta!
ResponderEliminarPero esto ya lo leí (tube ese privilegio), asique espero ansiosa la continuacioon!! :D
Ya tengo los siguientes capitulos, pero estoy haciendo algunos arreglillos...
ResponderEliminarToni